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Balrog
Del Q. Valarauko, «Demonio de Poder». La flecha de Legolas cayó al suelo y Gimli soltó su hacha cuando vieron al Balrog en Moria: «Parecía una gran sombra, y en medio de esa sombra había una forma oscura, quizás una forma de hombre, pero más grande... sus crines flotantes se encendieron y ardieron detrás. En la mano derecha llevaba una hoja como una penetrante lengua de fuego, y en la mano izquierda empujaba un látigo de muchas colas». Aparte de Gandalf, ninguno de los companeros había visto nunca un Balrog, pero quien estaba al corriente de las leyendas había oído hablar al menos de esos tipos crepitantes.
En la Primera Edad los Balrog fueron famosos y aparecieron en todas las batallas de Beleriand como tropa de elite de Morgoth o como capitanes de las huestes de Orcos. Su Señor era Gothmog que dirigió el ataque a Gondohn.
Eran Maiar u otros espíritus de menor grado que Morgoth había tomado a su servicio y provisto de su humeante forma. Aunque eran sin duda inteligentes, no hablaban, sino que se comunicaban entre ellos y con otros a través de señales de humo y fuego, de gestos amenazantes y sugestiones. Si hubieran tenido un lenguaje, el imperativo habría sido el único modo: todo lo que decían era una orden. La pálida muestra de un leguaje así es el de los Nazgûl.
En la Guerra de la Cólera a finales de la Primera Edad, la mayoría de los Balrogs fueron destruidos. No obstante algunos escaparon y se escondieron «bajo las raíces de la Tierra». No queda claro si también sirvieron a Sauron después de que Morgoth fuera expulsado de la Tierra.
El Balrog de Moria que Gandalf derrotó, no había intervenido en la Batalla de Azanulbizar, que tuvo lugar ante su puerta: las disputas entre los Enanos y los Orcos le eran indiferentes.