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El maestro del arte fantástico, Frank Frazetta, nos dice adiós a los 82 años: «Para bien o para mal, lo que sí que puedo decir acerca de mi arte, si se me permite citar a Sinatra, es que I did it my way (lo hice a mi manera)».
Es posible que nos dediquemos al mundo de Tolkien y su Tierra Media, pero no penséis que somos ajenos al resto del mundo de la fantasía. Hace unas horas uno de sus maestros, esta vez en el arte de la pintura y el dibujo, nos dijo adiós. A los 82 años fallecía a causa de un ictus Frank Frazetta después de años de mala salud.
Para los amantes del mundo del cómic es un nombre de sobra conocido y que seguro reconoceríamos sus trazos de un vistazo a cualquier dibujo suyo. Para los no iniciados ahí va una pincelada para poneros al corriente.
Frazetta es reconocido por sus ilustraciones y dibujos, siempre planteados dentro de escenarios fantásticos. Una de sus características más reconocibles es el trato que le da a las figuras humanas, casi siempre semidesnudas y dotadas de gran teatralidad y movimiento: los hombres, brutales y muchas veces sanguinarios, portando aterradoras armas y luchando contra bestias y criaturas; las mujeres, representadas con gran carga de sensualidad y curvas, tampoco quedan atrás en el aspecto guerrero.
Su perfeccionismo e imaginación llevaron a Frazetta al estrellato allá por la década de los 60. Desde entonces sirvió de referencia a otros grandes ilustradores fantásticos como Bernie Wrightson o Boris Vallejo. Entre sus grandes aportaciones se encuentran las portadas relizadas para Conan, Creepy o Vampirella, o la invención de su personaje más reconocible Death Dealer. En cualquier caso, el grueso de su obra puede encontrarse en diversos libros recopilatorios de ilustraciones unos, y de dibujos y bocetos otros. En ellos descubriréis la verdadera obra del artista.
No quisiera terminar esta breve reseña sin mencionar sus pasos en el cine. Se encargó de dibujar los posters de diversas películas (¿Qué tal, Pussycat?, El baile de los vampiros de Roman Polanski o Ruta Suicida de Clint Eastwood). Pero su gran hito en el séptimo arte fue Tygra, Hielo y Fuego para la que realizó el arte, consiguiendo así que sus dibujos cobraran vida gracias a la animación de Ralph Bakshi. Una delicia visual de los ochenta.
Para rematar os dejo el breve acercamiento de este artista al mundo de Tolkien. Para que veáis que en el fondo, ¡todo está relacionado! Hasta siempre, maestro.